Marcio Hirokazu Shimabukuro a.k.a Shima
“Habitat II: “Nós somos aquilo que comemos” – esta afirmação abre caminho para o artista Shima de compreensão da cozinha como ponto de partida para um processo performativo diário (com 30 dias de duração), durante o qual a nutrição influencia, diretamente, a fisiologia e a psicologia. Shima propõe um intercâmbio processual em curso com Dona Cida, mestre cozinheira de rural.scapes e especialista em culinária tropeira e medicina natural, tornando-se seu assistente. As performances diárias incluirão os residentes e os visitantes durante os eventos na Fazenda Aberta. Esta proposta pode impactar fortemente a experiência diária do grupo e transformar, no sentido mais material e espiritual, todas as outras práticas artísticas. Nessa troca, será produzido um livro de artista de receitas.” Texto Jurado de selección
“(..) Hábitat II, el proyecto de Marcio Hirokazu Shimabukuro a.k.a Shima, procuraba establecerse como un sistema relacional que abarcaría la preparación de un libro de recetas a partir de los diálogos y el trabajo compartido con Dona Cida en la cocina de la Fazenda. La propuesta involucraba la preparación conjunta de la comida que sería consumida por todo el grupo de artistas en la casa, junto con quien era encargada de la cocina desde hacía ya algunas ediciones del laboratorio-residencia. Sin embargo, este espacio fundamental de tránsito de saberes se vio afectado por cortocircuitos en la comunicación, que culminaron con la partida de dona Cida y, en consecuencia, la transformación de Shima en único encargado de la cocina. Como puede suponerse, este proceso distó de ser armónico, lo cual fue sin embargo transformado en una potencia por Shima, particularmente durante la semana en que decidió dejar de comunicarse verbalmente.
No es preciso recordar que la posibilidad de la escucha viene de la mano de habitar el silencio. “[E]l silencio tiene la capacidad de provocar un desplazamiento del centro de la escucha; que en muchas ocasiones se traslada al interior de uno mismo.”8 Dado que la escucha puede pensarse ante todo como una adquisición cultural, la vida sin emitir palabras habilita también un nuevo aprendizaje, a partir del dislocamiento de un punto de escucha naturalizado –generalmente enfocado en el afuera, y percibido como un acto pasivo.
Que uno de los habitantes de la casa guarde silencio supone, casi necesariamente, una renovación y alteración de las dinámicas existentes, desde la proliferación de mensajes escritos por Shima en variados soportes, pasando por la magnificación del lenguaje corporal para hacerse entender, hasta el señalamiento de sectores de la casa antes ignorados como puntos de escucha habitados –por oídos, por cuerpos y por subjetividades varias.
En cuanto a este proyecto considero que resta, no obstante, reflexionar en torno a los motivos que forzaron la modificación de la propuesta inicial. Intuyo que, a pesar de practicarlas cotidianamente, necesitamos todavía desnaturalizar las artes de la escucha y el diálogo, ejercitándolas como actitudes antes que como acciones. Los vínculos humanos no tienen garantías, jamás consiguen ser predecibles. ¿Cómo superar la categoría colonial del “Otro”? ¿Cómo aproximarse a aquel/la que permanece como un enigma, sin caer en las vaciadas fórmulas “Yo soy…”, “Je suis…” (y todas sus variantes idiomáticas)? O como dice López Rodríguez, “¿[q]ué escuchar? pero, sobre todo ¿Cómo escuchar?” 9 (..)”
fragmento del texto “Procesos de escucha en el labRes2016_2 rural.scapes”
de Mariela Cantú – crítica en residencia